Brinda una opción diferente a aquellos sibaritas que buscan, a través de la buena comida y la buena bebida, reencontrarse con sus propios placeres.
A la hora de conquistar –dicen que a los hombres se les enamora por el estómago– siempre se ha acudido a alimentos que gozan de una reputación excitante y que son afrodisíacos, es decir, que incrementan el deseo.
De hecho, la fama de pescados, mariscos, frutos exóticos y salsas aterciopeladas no es en vano.
Esta experiencia, netamente sensorial, puede comenzar con un coctel como Hot Charm a base de tequila, jalapeños y lulo; o Placer Isabelino con vodka, uvas Isabela maceradas y uchuvas.
Cada plato de la carta fue previamente investigado, justificado y concebido por el chef Juan Carlos Franco en un intento por recorrer los sabores del Mediterráneo. Un ejemplo de estas sazones es la salsa hipocrás, preparada con vino tinto, azúcar, cardamomo, canela, jengibre, clavos y nuez moscada. Era consumida en la Edad Media por guerreros que buscaban vigorizarse y por prostitutas para poder atender a más clientes. Este brebaje está presente en entradas como Trío de placeres y emociones, un langostino apanado en panca bañado con esta salsa, un coctel de camarones de la costa Caribe y camarones sumergidos en licor de fruta de la pasión.
De plato fuerte, las chuletas de cordero con polenta, salsa hipocrás, espárragos, ciruelas y salsa de yogur con menta son recomendadas, al igual que Fetiche de Oriente: un corte de cerdo caramelizado sobre puré de plátano maduro.
Para terminar esta experiencia culinaria se recomienda Noche de pasión desenfrenada, un mousse de chocolate con aromas de naranja o una copa de lyches con helado de vainilla y jengibre.
El concepto de cocina afrodisíaca es evidente en el ambiente acogedor, de luz cálida e indirecta y con cortinas pesadas que incitan a la intimidad y en el nombre de los platos y cocteles.